MARI CRUZ BARÓN

La antesala del invierno nos trae pequeñas joyas de la gastronomía que pueden convertirse en aliados de lujo para el panadero.

Como guarnición, en salsa, como relleno o como punto culminante: la amplia variedad de setas que ofrece la temporada de otoño permite múltiples variantes, aptas para todos los gustos. Las setas, además de proporcionar variedad y sabor a la mesa, son alimentos muy bien considerados nutricionalmente, en parte debido a su alta ingesta de agua. También tienen minerales como fósforo, potasio y yodo, todos los cuales son beneficiosos para la regulación del metabolismo, el equilibrio celular y la formación de huesos y dientes.

Sus propiedades también incluyen la promoción de la creación de glóbulos rojos y anticuerpos, gracias a su contenido de vitamina B2 o riboflavina.

trufa

Las preferencias por uno u otro tipo de setas dependen de los gustos pero, por unanimidad, las trufas son una de las más apreciadas por sus cualidades gustatorias.

También es de alto contenido de agua y tiene grandes propiedades digestivas, por lo que se ha convertido en un ingrediente esencial de los restaurantes más selectos y en la cocina de los más privilegiados. Su carácter exclusivo está vinculado a su particular cosecha: crece oculto a unos 30 centímetros del suelo, sin tallos ni raíces, lo que lo convierte en un producto de difícil acceso y posterior recogida.

Esto eleva su precio de mercado. Por lo tanto, la opción de utilizar la esencia de esta comida a través de su aceite es muy interesante para los profesionales de la alimentación, proporcionando sabor y aroma a precios más asequibles.

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